Una empresa de traducción estuvo a punto de
escandalizarme.
Su blog es bilingüe, con entradas en inglés y en español (en páginas distintas,
pero vinculadas). Hace un tiempo publicaron un post sobre la importancia de la traducción al español. El texto en inglés
tenía varios comentarios sensatos; la versión en español presentaba una
redacción que me pareció descuidada, con traducciones demasiado libres y
errores de redacción.
Escribí a la empresa para decirles que, en mi opinión, la traducción al
castellano no era buena (en mi e-mail citaba varios ejemplos).
Al día siguiente me contestaron, muy amablemente por cierto. Cuál no fue mi
sorpresa al enterarme de que el texto original era el español y de que la
traducción “creativa” (así la calificaban, entre comillas) había sido la
inglesa...
Quedé admirado de la capacidad de esta traductora para hacer una traducción de
mayor calidad que el original.
Todo esto viene a cuento de una de las preguntas que me hice antes de empezar
el blog: ¿en qué idioma lo hago?
Escribir en español era la opción natural, pero también era verdad que hacerlo
en inglés tendría llegada a mucha más
gente. Aunque el riesgo era el de cometer alguno de esos errores garrafales que
irritan al lector entendido.
Pensé en la opción del blog bilingüe, pero poner los textos en dos columnas podía tener
como consecuencia un diseño poco atractivo. Y poner uno a continuación del otro
tampoco me convencía.
Luego se me ocurrió tener un blog distinto para cada uno de los dos idiomas,
algo parecido a lo que hacen, por ejemplo, Curri Barceló (en español y en inglés) o Miguel Llorens (en español y en inglés);
o en ir alternando los idiomas de las entradas, como Fabio Said (en portugués,
y también en inglés y alemán).
Todavía no terminé de decidirme. ¿Es necesario o conveniente que un blog sobre
traducción esté en más de un idioma? Y, en caso de que sea una buena idea, ¿es mejor que la
página sea bilingüe o tener dos páginas separadas? ¿Hay otras opciones?
Creo que algún día me animaré con el blog en inglés, pero mientras tanto
trataré de ser regular con éste, que todavía está en sus comienzos.
P.S.: Un breve análisis (en inglés) de este tema puede leerse en el artículo “Should you have a bilingual website?”, de Marta Stelmaszak.