Alex Rawlings, un joven estudiante de Oxford,
ganó el concurso “Collins Livemcha Most Multilingual Student in Britain”.
Alex tiene 21 años y habla once idiomas: inglés, griego, alemán, español, ruso,
neerlandés, afrikáans, francés, hebreo, catalán e italiano.
Según los evaluadores, en todas esas lenguas supera el nivel
“pre-intermedio/intermedio”, que era el requisito establecido en el reglamento.
En el sitio de la BBC hay un largo artículo titulado “The cult of the hyperpolyglot”; allí se puede ver
un video en el que Rawlings explica (en todos esos idiomas) cómo fue su proceso
de aprendizaje. Cuando habla en español (con acento peninsular) parece trabarse
un poco y diría que no usa bien una de las colocaciones. Sin embargo, ya me
gustaría conocer al menos así algunas de las lenguas que él maneja con tanta
soltura.
Cuando vi la noticia de la BBC pensé que podía ser un buen tema para comentar.
Lo hicieron antes Judy y Dagmar Jenner en su post en Translation Times.
Coincido con ellas en que, si trabajara como traductor o intérprete, sería un
gran aporte para estas profesiones. Al igual que a ellas, también me habría
resultado interesante saber más sobre cómo es Alex y cómo aprendió tantos idiomas.
En parte, para esto está el reciente libro Babel
No More: The Search for the World’s Most Extraordinary Language Learners,
de Michael Erard (para el sitio oficial del libro, ver aquí). Según el autor, para ser un verdadero hiperpolíglota hay que saben alrededor
de once lenguas. Pero la discusión empieza cuando se trata de definir qué
significa saber un idioma: sólo leer,
expresarse como un hablante nativo, etc. Otro tema es si todos podemos aprender
tantas lenguas, o si hay algún condicionamiento genético que hace que sólo
algunos lo logren. Da la impresión que no hay un acuerdo general sobre ninguno
de estos temas.
En un interesante artículo,
dice:
“The translator and the polyglot take two very
different stands toward the fact that all humans don’t speak the same language.
The translator is the transportation business, bringing meaning back and forth
across linguistic boundaries for the benefit of those more linguistically
rooted. The polyglot, on the other hand, goes it alone, rarely retraces his or
her steps, and doesn’t carry anything for anyone. The translator runs a ferry.
The polyglot is like Marco Polo”.
No leí el libro de Erard, pero me enteré de su
existencia (y de parte de su contenido) por una reseña en The Economist a fines de
diciembre. A los pocos días también lo comentó Jost Zetzsche en su último The Tool Box Newsletter de 2012.
Poco después me encontré por casualidad con el sitio “Fluent in 3 Months”.
Su autor, Benny (Brendan) Lewis, dice que, sin tener dotes especiales, él
habla bien en ocho idiomas (ahora está aprendiendo mandarín); y que cualquiera puede
empezar a hablar cualquier lengua desde el primer día y (como el nombre del
sitio indica) hacerlo con soltura en tres meses.
Por todo esto es que, cuando me llegó (por diversos canales) la noticia
sobre Alex Rawlings, empecé a tener la impresión de que ser políglota está de moda y es
noticia.
Según cómo se acceda al sitio de la BBC, el video de Alex puede aparecer también
en páginas con el título “How did this man learn 11 languages?” o como “How do you become fluent in 11 languages?”. Por
mi parte, me siento más interpelado por esta última pregunta, de tono más
directo y personal. Pero también me gustaría preguntarme: “¿Para qué hablar
once idiomas con soltura?”.
Algunos motivos podían ser:
• para poder leer muchos textos especializados de diversa procedencia (aunque
los importantes parecen estar en sólo dos o tres lenguas);
• para manejarme con más soltura con motivo de los frecuente viajes a diversos
países (pero se puede sobrevivir con uno o dos, sobre todo para estancias
breves);
• para leer la obra de ciertos autores en su lengua original.
A veces podría parecer que el aprendizaje de idiomas es casi un desafío intelectual,
demostrar que uno es capaz de hacerlo. Pero quizás las lenguas no tengan sólo
que ver con la superación de metas personales, sino también (y mucho) con la
comunicación entre personas.
En lo personal, hay un par de idiomas que me gustaría aprender. Y ahí me
encuentro con uno de los puntos que me parecen importantes en este tema: para
aprender un idioma hay que estudiar. Sí, no queda otra opción. Algunos podrán
tener más facilidad, pero siempre hay que dedicarle tiempo y esfuerzo a una
nueva lengua. ¿Cuál es la mejor relación entre el tiempo invertido en el
estudio y el verdadero uso que se le da a la lengua?
Por otro lado, si hablara muchos idiomas, ¿me comunicaría mejor con los demás?
¿No tendría que hablar más con aquellos con los que ya comparto la lengua?
Nota: Empecé este post el 23 de febrero a partir de una noticia que me llegó por medio
de Proz.com.
P. S. (11 de marzo): Sigue la moda de los políglotas. Hoy the New York Times publica un articulo sobre Timothy Doner, un joven de 16 años que ya sabe veinte idiomas, además de inglés.