Crítica constructiva


 
Si hay algo que abunda en estos días (y especialmente en el ámbito argentino) es el número de noticias y comentarios sobre el papa Francisco.

Tal vez parezca innecesario agregar algo más, pero me permito contar una duda que me surgió.

Antes de la ceremonia de inicio del pontificado, el martes 19 de marzo, el Papa llamó por teléfono a Buenos Aires y, a través del sistema de altoparlantes, dirigió unas palabras a los que participaban en una vigilia de oración en la Plaza de Mayo, frente a la catedral. Según

la agencia de noticias del Vaticano, entre otras cosas dijo:

“Les quiero pedir un favor. Les quiero pedir que caminemos juntos; cuidemos los unos a los otros; cuídense entre ustedes, no se hagan daño, cuídense la vida. Cuiden la familia, cuiden la naturaleza, cuiden a los niños, cuiden a los viejos; que no haya odio, que no haya pelea, dejen de lado la envidia”.

Y continúa la noticia:

“Y utilizando el argot porteño añadió: ‘No le saquen el cuero a nadie’ (es decir, no cotilleen, no critiquen)”.

“No sacarle el cuero a nadie”. A veces puede ser difícil resistir la tentación de hacerlo, pero ahora me quería centrar en que también puede ser difícil traducir esta expresión al inglés.

No encontré muchos medios del exterior que se hicieran eco de esta parte de la noticia. Algunos, como el
Washington Post o el New York Times, comentaron el llamado a la Plaza, pero sin mencionar la expresión. Tal vez el motivo fue que (como parece que le sucedió a The Telegraph) las agencias de noticias omitieron esta parte de las palabras del Papa (por ejemplo, Reuters o AP). Quizás no querían extenderse innecesariamente. Quizás no querían complicarse la vida.

Por su parte, la agencia del Vaticano dio
su versión en inglés:

“And, in the city’s slang, he added: ‘No le saquen el cuero a nadie’ [literally,‘don’t flay or skin anyone alive’, that is, don’t gossip, don’t criticize one another].”

Entre los medios no argentinos, hubo algunos que hicieron lo mismo: citar las palabras en castellano y explicar su significado:

“In a saying well-known in Buenos Aires, he added: ‘No le saquen el cuero a nadie,’ which means literally, ‘don’t flay or skin anyone alive.’ Figuratively it means, ‘don’t gossip, don’t criticize one another’” (
USA Today).

Otros, como la agencia católica
CNS tradujo directamente, sin referencia al castellano: “and don’t gossip about anyone.”

En el ámbito local, el
Buenos Aires Herald hizo lo mismo: “And do not go around throwing critiques at others.”

Según el Diccionario del habla de los argentinos (2008), de la Academia Argentina de Letras, sacar el cuero es “cuerear, chismorrear” (p. 293) y cuerear, por su parte, tiene entre sus acepciones la de “chismorrear, hablar mal de alguien” (p. 292).

El DRAE le da a la expresión un sentido más duro. Bajo la voz cuero, para sacar el cuero remite a despellejar, que significa —entre otras cosas— “murmurar muy malamente de alguien”.

Hemos pasado de un —por así decir— inofensivo chisme o crítica (gossip, criticize o throwing critiques) pasemos a “murmurar muy malamente”, que parece más apropiado para una acción como sacar el cuero, que implica una fuerte violencia o agresión, como flay, que a su vez podría carecer del matiz de la murmuración, es decir, de hacerlo a espaldas del criticado.

Sin ánimo de sacar el cuero a nadie, ¿cómo hubiera hecho usted para traducirlo?


Foto: Flickr

Traducciones en los Juegos Olímpicos


Hoy comienzan los Juegos Olímpicos. Pero la primera señal de alarma la tuve hace un par de semanas cuando vi el cartel: “Juegos Olímpicos London 2012”.

Era la publicidad de una famosa empresa de televisión por cable. Y ayer vi lo mismo en un cartel de una conocida empresa de contenidos de Internet: “London 2012”.

No creo que el problema de esas empresas sea que necesiten pagarle a un traductor para escribir el nombre de la capital del Reino Unido en castellano: no es muy difícil saber que “London” en castellano se dice “Londres”. Sin embargo, lo usan así: “London 2012”.

Es posible que hayan dejado el nombre en inglés porque:
     • es el nombre “original” u “oficial”;
     • hayan firmado un contrato por el que, para transmitir contenido de los Juegos Olímpicos, deben dejarlo sin traducir;
     • suena mejor en inglés que en español.

En todo caso parece probable que hayan dejado el nombre original para que nadie se confundiera con Londres, la localidad de la provincia de Catamarca.

En fin, vaya uno a saber el motivo real. En todo caso (y es una opinión estrictamente personal) no deja de chocarme que aparezca en inglés.

Lo que me temo es que, en labios de periodistas y locutores, London dejará de ser /
ˈlʌndən/ (o bien /ˈləndən/) para convertirse en /ˈlɒndɒn/. (Ayer oí a un periodista que transmitía desde allí que, para referirse al handball, hablaba del /ˈhanˌbal/ en vez del /ˈhændˌbɔːl/ o del /ˈhandˌbȯl/).

Por suerte los problemas con el inglés, las traducciones y los Juegos Olímpicos no son algo exclusivo de aquí. Ya han salido algunas noticias sobre malas traducciones de textos al árabe (por ejemplo, aquí y aquí) y supongo que habrá más.
Según el Guardian, Applied Language Solutions también tiene un contrato exclusivo para brindar servicios de traducción para los Juegos Olímpicos de Londres. ALS es una empresa que causó un gran revuelo con un contrato para proveer los servicios de interpretación de los tribunales de Inglaterra y Gales a menor costo... pagándole menos a los intérpretes. Lamentablemente no he podido confirmar esta información ni en el sitio web de ALS, ni en las páginas oficiales del Movimiento Olímpico o de los Juegos Olímpmicos de Londres.

Intrigado por las traducciones durante los Juegos Olímpicos, busqué información en esas webs oficiales, pero no encontré casi ninguna referencia acerca de este tema. Solamente hallé una “Guidance for the provision of translations and alternativeformats of London 2012 documents”. Allí dicen que harán traducciones para comunidades de habla extranjera residentes en las zonas afectadas por los Juegos, pero sólo si lo piden. En el apartado sobre el ámbito internacional, se afirma: “Any materials for an IOC [International Olympic Committee] or international sports audience will be available in English and French (with occasional translation and Spanish or Chinese if appropriate)” [sic; la itálica es mía].

¿Por qué sólo disponibles en inglés y francés? Porque, según la Carta Olímpica, n. 23, ésas son las lenguas oficiales del COI. (¿Por qué la mayoría traduce “Olympic Charter” como “Carta Olímpica”? ¿No quedaría mejor “Estatutos Olímpicos” o “Estatutos del Comité Olímpico?)

La traducción no parecería ser una prioridad del Movimiento Olímpico. Pero tampoco parece que los Juegos sean una prioridad para los traductores.

He tratado de estar atento a las entradas de los blogs que sigo, pero creo no haber visto ninguna referencia a los Juegos Olímpicos. Quizás sea un indicio de que los traductores tenemos una profesión que nos induce al sedentarismo y, por tanto, los deportes no nos interesan. Otra posibilidad es que los Juegos Olímpicos no sean una gran fuente de trabajo para los traductores, como ya comentaba (hace bastante tiempo) una entrada del blog de Sarah Dillon.

Quizás el panorama no sea tan oscuro: como dice este post, los intérpretes serán muy necesarios para los atletas, sus equipos y los espectadores, además de que habrá muchos textos para traducir a medida que se vayan realizando las pruebas. Seguramente muchos conseguirán trabajo relacionado con estos Juegos Olímpicos. Sin embargo, dudo que el material que se traduzca sea más abundante que la cantidad de disciplinas o pruebas.

Por otro lado, se ha hecho una exitosa convocatoria general de voluntarios, algunos de los cuales estarán en el área de “Servicios lingüísticos - Traducción”. Además, están todas las aplicaciones y programas de traducción automática, que servirán para sacar de apuro a más de uno.

Parece que los traductores no sacaremos ninguna medalla en estos Juegos Olímpicos. Pero ¡ánimo!: como siempre, lo importante es competir.


Nota: Los símbolos fonéticos no me quedaron muy bien que digamos, ¿verdad?
Nota 2: La Fundéu ha dado a conocer una
“Guía de redacción” para los Juegos Olímpicos. Como siempre, algunos puntos son discutibles (como sucede con frecuencia con las propuestas de esta institución), pero en general pueden ser de utilidad.

Traducciones de Alicia y su país de maravillas

A 150 años del nacimiento de la historia de Alicia

El 4 de julio de 1862, Charles Lutwidge Dodgson (1832-1898) llevó a pasear al río a Lorina, Alice y Edith, tres de las hijas de Henry George Liddell, el decano de Christ Church (Oxford), college en el que enseñaba matemática.

En esa tarde dorada (así la denominó Dodgson más tarde), durante el paseo en bote, las niñas le pidieron al joven profesor que les contara un cuento. Las hermanas le pusieron una condición: debía tener cosas disparatadas.

Dodgson empezó entonces a inventar las aventuras vividas por una niña llamada Alicia en un país de fantasía.

Tanto les gustó la historia, que las niñas le pidieron que la pusiera por escrito. Dodgson no sólo no se hizo rogar, sino que en 1865 publicó Alice’s Adventures in Wonderland, con el seudónimo de Lewis Carroll.

Ese fue el origen de uno de los más conocidos (y en su momento, revolucionarios) libros para niños... y no tan niños.


La difusión de los libros de Carroll

Al mejor estilo de las películas de Hollywood, Carroll publicó más tarde una secuela de las aventuras de Alicia: Through the Looking-Glass and What Alice Found There (1871).

Ambas obras son universalmente conocidas y, luego de la Biblia y de las de Shakespeare, son las más citadas en lengua inglesa.

La vida de Lewis Carroll y los libros de Alicia (y, en menor medida, el resto de su obra) también han dado lugar a multitud de estudios y análisis. A la vez, han ido surgiendo numerosos grupos y asociaciones de entusiastas admiradores.

Asimismo se han hecho múltiples adaptaciones cinematográficas, con mayor o menor éxito, habitualmente mezclando ambos libros y (como en la película de Tim Burton) modificando la historia.

Por mi parte, los libros de Alicia son de los pocos que he leído más de una vez —habitualmente en la edición de Martin Gardner—, y siempre con gran placer.

Y por eso quería aprovechar este aniversario para referirme a algunas traducciones argentinas de Alicia.


Algunas traducciones argentinas

Hace un par de años Juan Gabriel López Guix publicó un trabajo con un detenido análisis comparativo de varias traducciones al castellano, entre ellas algunas argentinas. Centra su estudio en la forma en que diversos traductores han resuelto algunos pasajes de la compleja obra de Carroll. Ésta, a la diferencia del idioma, suma la distancia en el tiempo (1865 y 1871) y las numerosas referencias culturales de su época.

Aquí sólo quería referirme a unas pocas cosas que de algunas traducciones argentinas. Las que consulté fueron las de:

            • Ángela S. de Fuentes (Atlántida, 1975),

            • Manuel Barberá (ACME, colección Robin Hood, 1988),

            • Graciela Montes (Colihue, 1996) y

            • Delia Pasini (Losada, 2007)

Aunque también sucede a veces en inglés, una primera curiosidad es que, en estas traducciones, Alice’s Adventures in Wonderland dejan de ser aventuras, para ser —simplemente— Alicia en el País de las Maravillas.

Con respecto a los nombres de los personajes, Alice siempre se convierte en Alicia, opción seguramente reforzada por el público destinatario (el infantil, al menos originalmente) y porque la niña de la historia no tiene apellido.

Otras opciones en las traducciones son sencillas y directas. Así, el White Rabbit, el Cheshire Cat, el Hatter, la March Hare y la Queen of Hearts se transforman en castellano en el Conejo Blanco, el Gato de Cheshire, el Sombrerero, la Liebre de Marzo y la Reina de Corazones.

Más variados son los nombres que se les da a los que conforman la servidumbre del Conejo Blanco: Mary Ann, Pat y Bill se convierten en Ana María, Patricio y Bill (Fuentes y Barberá), Ana María, Patricio y Guille (Montes) y Mariana, Pat y Bill (Pasini).

Pero la que se destaca sobre todos los demás es la Mock Turtle. El personaje toma su nombre del de una sopa, supuestamente de tortuga, pero en realidad hecha habitualmente con ternera. En las traducciones se transforma en la Falsa Tortuga (Fuentes), la Tortuga Fraguada (Barberá), la Símil Tortuga (Montes) y la Tortuga Remedos (Pasini).


Para leer los libros de Alicia

En el capítulo XII de Alicia en el País de las Maravillas, el Rey de Corazones le ordena al Conejo Blanco que lea una carta en voz alta:

— ¿Por dónde empiezo, Majestad?

— Empieza por el principio y sigue hasta que llegues al fin. Allí te detienes.

Para disfrutar de las aventuras de Alicia, muchas veces hay que prescindir de la lógica habitual y, empezando por el principio y llegando hasta el final, avanzar por los desopilantes caminos de la historia de Carroll, sin tomarlos demasiado en serio.

Y eso lo podemos hacer leyendo el original, o bien acompañados por valientes traductores que aceptaron el desafío de traducir las aventuras de la pequeña Alicia. Y luego de acompañarla por el País de las Maravillas, podemos animarnos a atravesar con ella el espejo y visitar ese otro mundo de fantasía y su gran tablero de ajedrez.

Hoy, 150 años después, podemos revivir esa golden afternoon en la que Lewis Carroll comenzó a contarnos a las niñas Liddell y a nosotros la deliciosa historia de Alicia.




 

Sábado de traducción

Sábado.

Fin de mes.

Invierno.

¿Qué se puede hacer en un día así?

Seguramente entre las muchas respuestas posibles no figura lo que hice hoy.

Acabo de llegar de una Jornada organizada por la Comisión de Inglés del Colegio de Traductores Públicos. Fueron nueve horas seguidas (sí: 9 horas), con un breve intervalo para el almuerzo.

Creo que los otros 80 participantes coincidirán conmigo en que fue un plan intenso, pero que el balance fue altamente positivo.

La primera expositora, Sandra Ramacciotti, se centró en el análisis de películas como forma de explorar algunos aspectos de la cultura contemporánea.

También en relación los medios audiovisuales, Gabriela Scandura dio un panorama bastante amplio —con varios ejemplos— sobre el uso del humor y de los juegos de palabras, y de los desafíos que suponen para la traducción.

Alejandro Parini expuso sobre la importancia del contexto en la comunicación y, como consecuencia, en la tarea de traducción.

Hubo una parte de la Jornada dedicada a la fonética; estuvo a cargo de Norberto Ruiz Díaz y Juan Carlos David. Junto con algunos puntos generales sobre fonética, se prestó especial atención a algunos sonidos que pueden resultar difíciles de distinguir o de pronunciar.

En la parte final, Bernardita Mariotto dirigió un taller sobre estrategias de traducción en el que analizamos casos prácticos con dificultades, algunas de ellas muy sutiles.

Resultó muy interesante la combinación de exposiciones teóricas y de actividades prácticas. Los oradores o coordinadores de talleres fueron muy amenos y presentaron ideas o enfoques muy enriquecedores.

Es verdad que el temario fue muy amplio, y que todos los temas merecerían más tiempo para profundizarlos, pero la variedad fue también un elemento que hizo que la Jornada fuera muy interesante.

Habitualmente los sábados hago otras cosas, pero el plan de hoy también estuvo muy bueno para repasar y aprender.


Traducción y turismo


Desde hace mucho tiempo me gusta recorrer Buenos Aires y conocer su historia, sus lugares y su gente. Con frecuencia voy a visitas guiadas o a exposiciones en diversos lugares de la ciudad.

Por eso me interesó mucho el curso sobre traducción para el sector turístico que Alicia Beltrame dio hace unos días en el Colegio de Traductores Públicos.

Alicia es traductora pública y guía de turismo. Su exposición fue muy clara y amena, con mucha información concreta, tanto sobre el crecimiento reciente de esta industria, como acerca de distintas formas de brindar servicios en el ámbito del turismo.


Fue especialmente interesante el análisis de ejemplos reales de traducción inversa de material turístico: folletos, guías y páginas web de organismos públicos y de empresas privadas. Analizamos las redacciones confusas y los errores de traducción, y propusimos otras opciones. (Casualmente, uno de los ejemplos ya había aparecido en
un post anterior).

A partir de esos ejemplos prácticos, volvió a salir una idea que es especialmente importante (y que nunca se repetirá lo suficiente): hacer una buena traducción no es un gasto, sino una buena inversión.

Creo que es natural que, si encontramos material con errores en nuestro propio idioma, se nos genere una duda sobre la seriedad o la calidad del servicio ofrecido. Así como muchas veces elegimos entre diversas opciones a partir de un folleto con mejor diseño o con imágenes atractivas, también la redacción clara y sin errores es un elemento más que tenemos en cuenta a la hora de tomar decisiones.

Sin ir más lejos, hace unos días encontré un folleto de un tour de Buenos Aires que, en la portada, traía una frase en español y en inglés:

Descubrí la Ciudad en un paseo inolvidable

Discover the City on an unforgetable journey

Creo que si, durante un viaje al extranjero, me ofrecieran un “paseo inolbidable”, dudaría un poco antes de aceptarlo.

Las personas que tradujeron el material que analizamos en el curso quizás saben el inglés necesario para comunicarse con los turistas; pero éste no siempre es suficiente para hacer una buena traducción.

A veces se animan a hacerlas porque piensan que los traductores cobramos muy caro. Así logran ahorrar en traducciones y disponen de más dinero para imprimir folletos con buen papel, en colores... y plagados de errores.

Quizás baste con explicarles a las personas vinculadas al sector turístico que pasan un papelón al traducir de cualquier forma. También se les podría hablar de la amortización de costos: como los textos no suelen cambiar con frecuencia salvo los precios o las fechas, los honorarios de traducción se amortizarán fácilmente con las sucesivas ediciones.
(Eso sí: los traductores debemos ser humildes y reconocer que también podemos equivocarnos, como de hecho sucede. Además, aunque no sea excesivamente difícil, también la traducción turística es una traducción especializada).

Los traductores tendríamos que tratar de explicar mejor que, si nos confían la traducción de su material, harán una muy buena inversión.

Y el turista disfrutará más de su visita.